1952

Orígenes

Los orígenes de la finca…

Un molino harinero que data del año 1952 da nombre a la finca, una pequeña joya que ahora rehabilitada se ha convertido en un alojamiento de ensueño. Estuvo en funcionamiento durante unos 30 años y en el se llevaba a cabo el proceso de molienda de los cereales que cultivaba la gente de la zona. La finca que rodea los alojamientos es fruto de la unificación de varias parcelas de uso agrario y el lago que se encuentra dentro es el resultado del cambio de uso de una piscifactoria. La casa de estilo montañés con fachada de piedra que ahora acoge los dos apartamentos era la vivienda principal del conjunto y además en ella se encontraba el espacio de cuadra así como el pajar de la finca, donde se almacenaba la hierba para el ganado. La otra casa independiente «La Coja» era una vivienda familiar de planta baja con altillo, mientras que el conjunto de alojamientos familiares fue una cuadra de piedra ubicada en una tierra de gran tamaño junto al río, lo que ofrecía unas muy buenas condiciones para sembrar y cultivar en lo que ahora son los jardines de la finca.

1984

Nuestros padres llegaron aquí

El antes…

Jóvenes, soñadores, intrépidos, amantes de la pesca… con la ilusión de vivir en el campo. Desde San Sebastian, donde residían, vinieron a Cantabria buscando una finca que cumpliera con las condiciones para instalarse y empezar «el proyecto de sus vidas», fue así como nuestros padres dieron comienzo a la reconversión de este lugar. Primero tuvieron en funcionamiento la piscifactoria y posteriormente le dieron a ese mismo espacio un uso de lago de pesca sin muerte. Ocho años después de instalarse aquí, durante la primavera de 1992, la idea de dar forma a las estancias y rehabilitarlas en alojamientos fue cogiendo fuerza y así se convirtieron en pioneros del turismo rural en Cantabria.

1994

La finca de Turismo Rural

El después…

La licencia de alta como finca de Turismo rural está sellada en junio de 1994, tras dos años de dedicación, esfuerzo y aprendizajes… las paredes de piedra y los suelos de madera y barro se acompañaron con muebles de estilo rústico, las habitaciones se convirtieron en estancias cálidas y acogedoras y los viajeros empezaron a disfrutar de días de descanso y desconexión en los alojamientos. A la vez, el espacio exterior iba transformándose en un delicado jardín donde brotaban nuevas especies de árboles autóctonos, cientos de pájaros se instalaban en las cajas nido y nosotras crecíamos rodeadas de amor y en pleno contacto con la naturaleza. Desde entonces y casi 30 años después los alojamientos y la finca han sufrido infinidad de remodelaciones hasta convertirse en lo que ahora son pero la filosofía con la que nuestros padres iniciaron este proyecto sigue intacta: «El Molino de Bonaco, un estilo de vida, una forma de entender el descanso y convivir con la naturaleza».

2024

Un proyecto en activo

Lo que está por llegar…

Nuevos brotes cada primavera, el curso del agua, golondrinas que regresan, nuestra familia sigue creciendo, viajeros que nos descubrís y los que nos seguís eligiendo año tras año… todo lo que nos rodea está en continuo cambio y a la vez cada recuerdo de lo que fue, permanece. Después de la dedicación puesta en este proyecto por nuestros padres, ahora somos Diana y Saray las que nos encontramos al frente de la finca. Este sitio nos ha ofrecido la oportunidad de descubrir grandes amigos, de disfrutar momentos inolvidables con familia, nos ha hecho testigos de que el amor por la naturaleza es un aprendizaje continuo que se hereda y se transmite con delicadeza y admiración… y por eso y otras tantas de bonitas razones aquí seguimos, queriendo mantener con vida este lugar.